Una de las obras de mayor aliento
en el País fue la construcción del Ferrocarril Longitudinal, llevada a cabo a despecho
de las grandes dificultades que se opusieron a su realización. Fue la acción
del gran Presidente don Pedro Montt, que con clarividencia admirable, estaba
divisando el porvenir de las tres provincias del norte: Aconcagua, Coquimbo y
Atacama, más beneficiadas con dicho ferrocarril. Fue inaugurado el año 1913.
Particularmente al Huasco le dio grandísima importancia, por el envío de sus
productos agrícolas, especialmente sus forrajes, cereales, leñas, hasta las
estaciones más cercanas a las faenas mineras. Del mismo modo, obtuvo un
beneficio la minería, acortando sus distancias a las estaciones más próximas a
las Casas Compradoras de minerales o a las Plantas de Concentración. Dejamos,
pues, establecido que el Ferrocarril Longitudinal, prestó poderosa ayuda a la
agricultura huasquina durante el período comprendido entre el año 1890 hasta
nuestros días.
Los problemas de regadío en el
Huasco
El Rio Huasco fue objeto de un interesante
estudio por parte de don Sinforoso Volados, ex Gobernador de Vallenar, quien, en
un informe sobre la materia, que elevó al señor Intendente de la Provincia, en
el último tercio del siglo pasado, escribía: “Los terrenos que el Rio Huasco
atraviesa, contienen sustancias salinas en distintas proporciones, desde la
cordillera hasta el mar, como que ellos fueron, indudablemente, ocupados por
éste en una época más o menos remota. Testigos actuales de este hecho son las
inmensas cordilleras de conglomerados o terteles de última formación, paralelos
a la costa e impregnados de sustancias calizas que existen en todos los nacimientos
del rio; las muchas sustancias y florecencia salinas que están de manifiesto en
todo el lecho del rio, desde la cordillera hasta el mar: las capas de sal marina,
provenientes de agua del mar, evaporadas, que hay en límite poniente de la
última subdelegación rural de este departamento, en el punto denominado “El
Portillo”; la prolongada y ancha zona de estratas o fósiles marinos, paralela
también a la costa, que existe un poco más abajo, en el punto denominado de
“Pinte”, de la 7ma. subdelegación; los barrancos y mesetas de terteles
mezclados con gran cantidad de sustancias calizas, que hay tanto al norte como
al sur del rio, en la línea divisoria de los departamentos de Vallenar y
Freirina; los salitrales que están a la vista en todos los terrenos bajos del
rio, desde Quebradita Honda, Tatara y Bodeguilla, hasta mucho más debajo de la
ciudad de Freirina; y finalmente, los salitres de Cachipampa contiguos a dicha
ciudad; no existiendo nada de esto en los terrenos inferiores de Huasco Bajo,
no por otra causa que la de haberse sobrepuesto a ellas una gruesa capa de
légamo, proveniente de la avenida del año 1833. “El álveo del Rio Huasco y sus
mesetas adyacentes al norte y sur, contienen en el departamento de Freirina
tres cuartas partes más de sustancias salinas que el de Vallenar, lo que se
comprende sin mucho esfuerzo, dado el hecho indicado en el párrafo anterior y como
está de manifiesto para la vista menos perspicaz: desventaja natural, debido
tanto a su situación inferior con respecto a este departamento, como a su inmediación
a la costa.
“Todo el álveo o madre del rio contiene
de trecho en trecho terrenos de aluvión, formados de arena gruesa y casquijo,
lo que da lugar a que escaso caudal de agua se consuma en muchas partes. Así se
ve que sucede en los puntos de Retama y El Pedregal, en el Rio de El Carmen, en
los cuales desaparece más de la mitad del agua del turno para reventar o
aparecer desde el punto de La Vega para abajo, en los de La Arena, La Plaza y
Chanchoquín, en el Rio El Tránsito y en el punto del arenal inmediato a esta
ciudad, en donde se consume también a lo menos una tercera parte del muy escaso
caudal de agua que semanalmente baja del interior de la cordillera.
La composición de los suelos que el Rio Huasco atraviesa y las variaciones de temperatura a lo largo del valle son los dos elementos que determinan la variada producción agrícola de la región: en Huasco Alto: las frutas dulces, el vino pajarete y los excelentes piscos: en la zona intermedia, Vallenar, la variedad de árboles frutales y los alfalfales espléndidos; en la zona de Huasco Bajo, las legumbres y los hermosos olivares. Puede afirmarse, en consecuencia, que el porvenir de la agricultura huasquina es promisorio, siempre que se vaya pronto a la construcción de un gran tranque que almacene unos 50.000.000 de metros cúbicos de aguas, para extender el regadío a grandes planicies hoy de secano. Podría con esta reserva de aguas, regarse por lo menos 20.000 hectáreas más, lo que significaría aumentar el área cultivada en unos dos tercios, con la consiguiente valorización de la propiedad agraria, el incremento de la producción, que se traduciría en vida más holgada para los habitantes de la región y mayor rentabilidad que tonificara las arcas fiscales. No hay que olvidar que el necesario y próximo resurgimiento de la minería regional –cuyo primer eslabón será la Fundición Nacional de Paipote, cuyos trabajos están muy adelantados– hará necesario una mayor producción agrícola y agro-pecuaria para las nuevas futuras necesidades. La urgente necesidad de un Tranque como el que acabamos de señalar, se hará más evidente a nuestros lectores a medida que se impongan a través de esta reseña histórica, de las eternas controversias por reparto de las aguas del rio como el Huasco, cuyo caudal es siempre variable y está ligado a los años lluviosos, a las nevazones cordilleranas o a los años secos, como los últimos, que lo convierten en un miserable riachuelo.
14 de Julio de 2025